Daniel González documenta una lucha «demasiado libre»

La muestra del fotógrafo venezolano está en Oficina #1.

Jessica Morón
El Universal
7 de agosto 2014
7:12 A.M.

 

Para Daniel González (San Juan de Los Morros, 1934), las 13 fotografías a blanco y negro que expone en la galería Oficina #1 tres décadas después, constituyen un relato histórico. Retratos de hombres luchando cuerpo a cuerpo sobre un cuadrilátero a principios de los 70, hechos con cámara analógica en una época sin high definition ni televisión digital.

» Los enfrentamientos entre gladiadores formaban parte del divertimento en aquel momento. Estas fotos además de dar cuenta de un fenómeno de atracción masiva y popular demuestran que el ser humano vive en una eterna competencia para alcanzar sus objetivos», detalla el artista visual que vive y trabaja en Caracas.

En la muestra Lucha demasiado libreel creador venezolano evoca la afición por un deporte, que al igual que la vida de muchos, no admite limites. «Llegó un momento en que la disciplina pasó a ser un espectáculo en el que se rompían las reglas. Ya la lucha no era entre dos, sino que pasó a incorporar hasta tres y cuatro individuos. El combate ahora se hacía sin implementos de protección y en un tiempo indefinido», apunta el creador que con su lente captura entre puños y contorsiones a peleadores como El Santo, Cruz Diablo, Barrabás, El Guanche Canario y El Cóndor de Los Andes.

Todos aparecen en el ring de boxeo y en combate, «porque a mi me interesó captar los movimientos. Eso es lo que se percibe en estas imágenes», dice el artista para advertir al espectador que no se topará con las típicas poses atléticas que exaltan la musculatura del aguerrido semental.

Para elaborar una suerte de relato personal, González ignora los convencionalismos de la época y desde el Palacio de Deportes su lente captura entre planos medios y cerrados, la derrota del adversario. «Para ese momento me decían que las fotos estaban movidas. Lo admisible era lo estático. Creo que por eso nunca antes lme atreví a mostrarlas al público en una exposición. Fueron condenadas al olvido pensado que nadie las entendía», revela el artista.

 

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