ÉTICA ESTOCÁSTICA

ERNESTO MONTIEL

9 noviembre 2014 - 8 marzo 2015

El cultivo del azar

Anotaciones para una ética estocástica

 

Abrirle la puerta al azar es el inicio de un diálogo con lo infinito. En las obras de esta muestra, Ernesto Montiel le tiende un marco claro a lo desconocido para que juegue con lo indefinido. El encuentro entre ambos desencadena la solidificación material de patrones, secuencias y vectores que aun no terminan de decidir sus relaciones con el ámbito de lo conocido.

El trabajo articula ágilmente el encanto que mora en los impulsos en su fase más abismal e infinita: antes de que los forzamos a ser una cosa en particular, haciéndolos realidad. Al mismo tiempo, delinea las estructuras que le dan forma a muchas de nuestras actividades, pero para que las veamos con claridad, nos las presenta desconectadas de lo útil, claramente afuera del campo de lo práctico.

En estas cuatro series, las ideas deciden tomar cuerpo, pero lo hacen estando aun negadas a asumir una identidad fija, sin pertenecer a categorías claras. Por medio de los procesos que el artista desnuda en cada pieza, se suspende mágicamente el trance por el que normalmente pasan las ideas al hacerse tangibles y perder su multiplicidad esencial. La ética espartana de los materiales usados, doma lo salvaje en una serie de fragmentos arrancados del camino que deja la percepción mientras va en rumbo al lenguaje.

Estamos frente al rastro sólido que deja un proceso en su devenir, como un arrecife de coral, o un árbol vivo que crece dentro de un árbol muerto. ¿Está consciente el proceso de sí mismo? Mientras una línea se mueve, ¿se ve a sí misma como un punto que va dejando una estela a su paso? ¿O cómo un surco que se abre camino cambiando de dirección cada tanto?

La sustancia de las cosas está definida por sus relaciones con las otras cosas. No existe en realidad un atributo como el tamaño, existe más bien algo más cercano a la idea de proporción: la noción concreta de lo que algo es en comparación con otra cosa. Y eso aplica por igual a las ideas, mas sin embargo, hay etapas de su desarrollo en la que las ideas son un universo cerrado, abstraído; regido solamente por una constelación de relaciones internas.

Es en ese instante, normalmente inmaterial, en el que Ernesto orquesta una concreción abrupta pero muy natural, pues concretar viene de concrescere, que denotaba el punto en el que el crecimiento de dos procesos vitales converge, vinculándolos. Y es que estocástico a su vez, viene a ser originalmente "aquel que es hábil en el arte de conjeturar".  Así, tenemos al frente diferentes versiones del momento en que un jugador logra ver con claridad sobrehumana los puntos que conectan y al mismo tiempo definen un ritmo o cualquier otra secuencia de hechos.

En este caso la herramienta a la que se delega la toma de decisiones es el dado. Más separado de lo lúdico para entrar en un terreno más bien adivinatorio. Pero lo oracular no es un accidente controlado ni tampoco es directamente una pesquisa sobre el futuro. Es una invitación a lo presente a hacerse manifiesto. El artista deja que las piezas escojan las condiciones de su nacimiento.

Solo el presente es realmente asequible, pero por medio de un dado, o cualquier otro objeto impredecible, le preguntamos al ahora su nombre y su ubicación. A través de esa conversación, se nos revela no tanto una dirección, sino un saber donde estamos parados mientras hilamos la realidad de un momento determinado.

Cada pieza me lleva a pensar que si pudieran reunirse sus partes tangibles y las notas que ilustran su proceso de construcción, esa fusión daría lugar a formas que irían más allá de los 3 ejes de lo tridimensional. Quizás podríamos ver por primera vez las formas ignotas que la mente utiliza para guardar plegado todo lo que no necesitamos notar o recordar en un momento dado.

Lo que hace esta disociación (y la claridad que emana de ella) posible es, por sobre todas las cosas, una ruptura voluntaria con lo intencional. Al separarnos de una finalidad concisa, cortamos la relación de una serie de procesos con su propósito para conocerlos por sí solos.

Distanciado de las retículas del lenguaje, el dibujo nos sirve para coagular el pensamiento; logra darnos la respuesta a una pregunta crucial: ¿Qué tanto podríamos aprender sobre el pensamiento si pudiéramos verlo? Ernesto Montiel nos lo muestra en su estado virginal, antes de completar su viaje por los moldes y filos del lenguaje y de habitar el espacio de las cosas que ya son, sin confrontarse aun tampoco con el recuerdo de las que ya fueron.

 

Aquiles Hadjis

 

 

Ernesto Montiel (Maracaibo, 1968) ha realizado las siguientes exposiciones individuales: Ficciones Topográficas”, Oficina#1, Caracas (2011); “Substracción”, Al Borde, Maracaibo, (2011); “Ni Fou Quese Pop Ag”, Alianza Francesa de Maracaibo (1996). Entre sus exposiciones colectivas se encuentran: “Ene Incidentes, más que incidentes, siempre experimentales”, Maczul, Maracaibo (2014); “Escala”, Oficina #1 (2014); “La Maja del Caribe y el incendio de la Rosita”, Al Borde, Hamburgo (2013); “Papeles”, Oficina#1, Caracas (2012); “Una Vez Once”, Al Borde, Maracaibo, (2011); “X Bienal Nacional de Escultura Francisco Narváez”, Museo Francisco Narváez, Porlamar, (2009); “XXXV Salón Regional de Escultura del Estado Nueva Esparta”, Museo Francisco Narvaez, Porlamar, (2009); “Nuevos Valores”, Galería Galpón, Porlamar, (2008); “Reciclaje Como Arte”, Galería Galpón, Porlamar (2008).