«Sombra a mi espalda» entrevista a Jesús Hdez-Güero por Felix Suazo

El curador e investigador Félix Suazo entrevista a Jesús Hdez-Güero para la revista ARToncuba #5

 

«Sombra a mi espalda”. Entrevista a Jesús Hdez-Güero.

Por: Félix Suazo

Nacido en La Habana, Cuba,  en 1983 Jesús Hdez-Güero hizo estudios de artes visuales en  la Academia de San Alejandro (1999-2003) y en el ISA (2004-2009), ambos en su ciudad natal. Desde entonces, sus intereses creativos no se circunscriben a un medio en específico, sino a la implementación de soluciones combinadas donde aprovecha elementos del dibujo, la gráfica, la fotografía, el video, la instalación y la performance. Desde su óptica, lo importante es que el empleo de cada procedimiento o lenguaje apunte hacia una relectura crítica del vínculo entre la experiencia artística y el aparato social.

Desde 2011, vive y trabaja entre La Habana (Cuba) y Maracay (Venezuela), atisbando las simetrías y divergencias que se producen entre ambas realidades. Dos de sus más recientes proyectos individuales en Venezuela – “Las armas no matan”(El Anexo/Arte Contemporáneo, 2013) y “Capital sin nombre” (Oficina #1, 2014) – recrean la singularidad de dichos contextos, siempre manteniendo el foco de su trabajo en la exploración de determinados aspectos de alta sensibilidad colectiva vinculados con las relaciones de poder, el control informativo, la violencia y la exhumación de las memorias sumergidas. 

En la presente entrevista Hdez-Güero reflexiona sobre los aspectos centrales de su propuesta de cara al contexto artístico, institucional y geográfico donde se originan sus obras, delineando también las inquietudes y el alcance que movilizan su labor intelectual.

Felix Suazo: ¿Cómo fue tu experiencia formativa en la Academia de San Alejandro y el ISA? ¿Consideras que lo aprendido en esas instituciones ha sido productivo en tu actividad profesional? ¿En qué sentido? 

Jesús Hdez-Güero: La experiencia en la Academia de Bellas Artes San Alejandro fue muy importante, tanto en el plano profesional como  personal, pues resultó esta etapa un antes y un después en mi vida como individuo social. Comienzo no solo a tener conciencia sobre el arte y su alcance como lenguaje, sino también de la realidad y sus problemáticas a través de él. Fue mi primer acercamiento al grabado, especialidad que apenas conocía. Tuve una formación muy tecnicista, propia de este medio, comprendiendo  la importancia del oficio, la disciplina y la limpieza en los procedimientos de trabajo para lograr una imagen impecable. Principios que aún se manifiestan en mi proceso artístico hasta la actualidad. Soy muy obsesivo con la imagen. Una vez que proceso una idea y esta me genera la imagen que necesita, no paro de trabajar en ella hasta  lograr su total terminación para que sea efectiva, no importa en el medio o la manera en que será realizada. En cambio, el Instituto Superior de Arte (ISA) fue un momento más de investigación conceptual sobre lo que me interesaba desarrollar con el conocimiento “académico” obtenido en San Alejandro y desprenderme un poco del grabado como expresión para desplazarme a otras posibilidades expresivas que comenzaban a interesarme como la fotografía y el video. Realmente el ISA me fue más útil como espacio de pensamiento que como lugar físico y universitario, en el que su programa de estudio dejaba espacios libres tan grandes como el área geográfica que abarca. Estos espacios libres eran los más provechosos para mí dentro de este periodo de 5 años. Periodo largo que intercalé con otro espacio importante en mi formación que fue La Cátedra de Arte de Conducta, dirigida por Tania Bruguera, que a los efectos del ISA funcionaba como una especie de “taller opcional”,  y que se convirtió en el núcleo formativo de mi proceso creativo durante esta etapa. Donde el nivel de experimentación, interacción y conceptualizacion de la obra de arte y la función social del artista era tan alto y exigente como la calidad de los propios teóricos y críticos de arte, curadores, artistas, matemáticos, periodistas entre otros profesionales de distintas areas de la sociedad, que conformaron el programa de estudio de los 2 años en el que estuve y de otros años anteriores. Estas tres etapas indiscutiblemente han influenciado de maneras distintas en mi manera de ver el arte, su producción,  función y alcance en la realidad y el imaginario social. Pero si hay algo en común me demostraron estas etapas fue la importancia de tener “buen oficio”. Tener “buen oficio”, por ejemplo, es,  y ha sido, un recurso indispensable y que he tratado de manifestar y mantener en  mi producción artística,  desde mis trabajos en  grabado, pasando por el video, la fotografía y actualmente la instalación.  Es lo que permite que una propuesta logre la forma adecuada y efectiva para existir y proyectarse tanto en el plano del arte como en el dominio de la realidad. En la actualidad tener un “buen oficio” radica, más que en un “saber hacer”,  en un “saber seleccionar”. No es importante en estos momentos si eres capaz de hacer algo con tus propias manos, sino la capacidad de seleccionar el medio adecuado para que tu idea se convierta en obra.

FS: Parte de tu obra más conocida está relacionada con la gráfica. ¿Podrías explicar cuan significativo es este medio en la configuración de tu propuesta?

JH-G: En una conversación que sostuve con una amiga artista durante mi última exposición personal “Capital sin nombre”, ella me decía: “Jesús, es que definitivamente tú tienes una visión del arte muy gráfica”,  y creo que no se equivoca.

FS: Qué elementos conceptuales y creativos distinguen el proyecto expositivo “Las armas no matan” (El Anexo/Arte Contemporáneo, Caracas, 2013) de tu trabajo anterior?

JH-G: Resulta un tanto difícil separar los elementos que conforman los proyectos de mi trabajo artístico, aunque haré el intento. Todos ellos son resultado de un proceso de pensamiento e investigación, en el cual, nunca existen pautas preestablecidas ni conceptos elaborados de antemano. Se deben a una etapa de análisis y preocupación sobre un fenómeno específico que me atañe como ente social y desmantelarlo, para adentrarme en él, es mi propósito. Hay una gran base de datos en Las armas no matan, archivos visuales y periodísticos, “ocultos”, ingredientes necesarios que enriquecen el contenido de la propuesta. A diferencia de proyectos anteriores, en que las relaciones documento–información, son parte visible y estructural, con contenido activo visualmente, proponiendo una experiencia menos sensorial y más analítica, de pensamiento. En Las armas no matan las estadísticas y el aspecto cuantitativo de esa problemática tan puntual, dejan muy poco a la especulación. Lo certero de la representación, es equivalente a lo preciso de la información de base, aunque esta sea intangible, complementándose con el elemento sensorial (casquillos de balas) y sonoro de la materia y el objeto real (el sonido al caminar sobre los casquillos) que activa la experiencia de la violencia leída, escuchada o vivida por el espectador.

FS: En tu caso, ¿Cómo se plantea la relación entre el contexto y el proceso de articulación de la obra? ¿Sigues una metodología fija o te amoldas a la demanda específica de cada proyecto?

JH-G: El contexto es un elemento activo en nuestras vidas; nos bombardea constantemente con información e imágenes, de fenómenos concretos y diversos de los que resulta difícil escapar. Somos sus prisioneros. Nos condiciona. En mi caso, es un catalizador de ideas. El depósito donde se generan todas mis inquietudes y obsesiones. La plataforma que soporta toda mi investigación artística como consumidor y productor de discursos visuales. El contexto potencia mi obra, integrándolo como contenido. Soy consumidor de imágenes antes que productor de ellas. Todas surgen de contextos específicos. Mi trabajo no puede responder a otra realidad que a la que consumo a diario.

No hay una metodología fija en mi proceso cre­­­ativo, más bien me adecuo a las demanda de la idea que pretendo desarrollar. Cada proyecto tiene condiciones diferentes y exigencias distintas, lo cual me resulta muy difícil plantearme una forma predeterminada de creación. Según voy adentrándome en el campo investigativo de la idea que me embarga, voy encontrando las formas adecuadas para construir la obra. Como decía Ortega y Gasset: “Ya no hacemos cosas, hacemos ideas.”

FS: ¿Qué vínculos se establecen entre los medios, los materiales y el tema de la obra en tu práctica creativa?

JH-G: Son elementos inseparables a la hora de realizar una obra. Ninguno de estos aspectos que mencionas puede estar a la deriva, pues la obra es la que sufre este desdén. Se fractura. Pienso en cuestiones de efectividad, y no de efectos. Cómo resulta más efectiva en un contexto y público determinado. Mayormente hay una preocupación en mi trabajo por la información, el discurso histórico, político y social de la realidad, del contexto en el que me sitúo, lo cual son aspectos que influyen a la hora de qué materiales escoger y qué medio utilizar para realizar una propuesta. Los materiales son portadores de contenido, no solo en su implementación en la obra sino como material en si mismo. Ya traen consigo una carga psicológica, cultural, social y hasta políticas que son difíciles -imposibles- de obviar en mi proceso creativo.

FS: ¿Como ha incidido la experiencia de Venezuela en el desarrollo de tu propuesta?

JH-G: El hecho de cambiar de país, es una incisión en mi vida, por lo tanto, lo es también en el desarrollo de mi proceso creativo. Eso me condiciona como ente social. Estoy situado en un nuevo territorio, del que no soy parte totalmente y siempre seré de otro lugar. Por lo tanto, me detuve en un intenso análisis y estudio del contexto social y político venezolano, en el que encontré problemáticas comunes, zonas de conexión e interés con mi realidad anterior como la censura, la reconstrucción de la memoria colectiva, los relatos y vacíos históricos, las estructuras del discurso mediático del poder, entre otros, que he seguido desarrollando en mis últimos proyectos como: Las armas no matan, 2011-13, Calados capitales… Serie #2: Venezuela, 2013, Capital sin nombre (exposición personal, 2014), Mil noticias y un performance, 2014 y Tener la culpa, 2013-14. Proyectos que han enriquecido y potenciado mi investigación artística al llevarla a otro nivel. A otro espacio-tiempo. Particularmente esta última obra, consistente en un asta a escala real doblada por el peso de la bandera venezolana que reposaba en el suelo, expuesta en septiembre de 2014 en el Salón Banesco Jóvenes con Fía / XVII Edición, que organiza la Feria Iberoamericana de Arte (FIA) de Caracas, y que tuvo su cede en la Ciudad Banesco, un complejo bancario de gran importancia en Venezuela. Esta pieza causó una reacción bastante interesante por parte de la institución, al ser retirada la bandera un día antes de la inauguración por los directivos del Banco y los organizadores de la Feria. Ambas instituciones privadas, contrapuestas al gobierno, que reprochan la censura gubernamental a escala social, actuaba de igual forma, por temor a «posibles» medidas que pudieran tomar contra ellos el propio gobierno. Un acto contradictorio, por lo que decidí dejar el asta sin la bandera como vestigio del hecho, de la censura misma. Por todo lo anterior,  pudiera decir que Venezuela ha devenido en un nuevo contexto con otros retos y complejidades; citando a Suset Sánchez: “un nuevo laboratorio estético donde confrontar las formas en que las imágenes son construidas, puestas en circulación y controladas por las ideologías dominantes.” 

FS: Háblanos de la exposición “Capital sin nombre” (Oficina #1, Caracas, 2013): ¿Por qué incluir obras cuyo referente inmediato es la situación cubana? ¿Cómo reaccionó el público venezolano?

JH-G: Con esta exposición sucedió algo muy interesante. “Capital sin nombre” la había concebido como mi primera exposición personal en Venezuela, ya que se había programado para principio del 2013. Al coincidir con mi residencia en el Center for Contemporary Art “Ujasdowski Castle”, en Varsovia, Polonia, se pensó para finales del 2013, pero ya tenía para esa fecha la propuesta de El Anexo / Arte Contemporáneo para exponer “Las armas no matan”. Se planificó para marzo-abril de 2014 y fue cuando aconteció finalmente. Mi objetivo estuvo centrado en  mostrar  una parte de mi trabajo producido en Cuba, que me permitiera introducir o presentar mis inquietudes e intereses investigativos, conceptuales y estéticos trabajados anteriormente y cómo estos pilares se mantenían en las nuevas propuestas desarrolladas a partir de mi estancia en Venezuela. La mayoría de las obras nunca habían sido exhibidas antes, a excepción de una parte del proyecto: “Calados capitales en lugares de paso”, Serie #1: Cuba, 2012 y la Serie #3: Polonia, 2013, que sí se exhibieron el año anterior. Fue muy interesante porque resultó el espacio idóneo, y no me refiero solo al espacio físico sino también al espacio social donde el tema de los derechos civiles, el control de la información y los espacios de libertades son puntos medulares en el imaginario colectivo venezolano, para exhibir dos obras que habían sido censuradas en Cuba, y que al mismo tiempo, abordan ese tema como investigación y contenido: “Lecturas difíciles” (Serie fotográfica, La Habana, 2009-10) en la que documento publicaciones independientes prohibidas en Cuba y que circulan de manera clandestina, y “La tercera pata” (Libro, La Habana-Caracas, 2008-14), que recopila textos de 17 escritores cubanos exiliados que no son publicados en la Isla y abordan la realidad cubana desde diferentes puntos de vistas. Sobre la misma idea realicé el peformance:  “Mil noticias y un performance” (Caracas, 2014), donde permanecí sentado en el piso con las manos y los pies amarrados y el rostro tapado por los periódicos mas importantes de Venezuela clavados a la pared, sin dejarme mover, mirar, escuchar ni hablar. Esto hizo que se activaran ciertas conexiones contextuales y diversas reacciones del público con respecto a una realidad cubana que no conocían, pero que existe… en un paisaje social donde el “cubano” y “Cuba” ha alcanzado  en el imaginario venezolano un grado alto de sensibilidad e interés. De preocupación. Pienso que la exposición resultó un lugar donde se generó una experiencia “relacional”, un terreno común donde el público se sentía habitante de las dos realidades: la que vivía (vive) y la que veía. 

FS: ¿Cual es tu percepción actual de las artes visuales en Cuba? ¿Podrías comentarnos que temas o problemas artísticos te parecen de mayor relevancia?

JH-G: El campo de las artes visuales en Cuba está sufriendo, diría mejor, gozando porque no es un estado de dolencia, más bien de agrado, de cierta apertura con respecto al viaje y las posibilidades de estar fuera. La oportunidad de mantenerse dentro y fuera, sin perder ninguno de ambos derechos, es algo muy importante que favorece el campo de acción y experimentación de los artistas en otros contextos y con otras personas. El roce y la conexión con otros eventos e instancias creativas internacionales, no solo energiza el arte cubano contemporáneo, sino que permite captar la atención internacional sobre él. Es decir, se convierte en un efecto bumerang, donde los artistas pueden generar discursos propios en escenas globales y hacer que los grandes focos internacionales del arte vean en Cuba un terreno donde el arte es aún fértil y más dinámico. Lo otro importante es la apertura a la posibilidad de estar dentro a artistas cubanos que permanecían fuera. Que estaban muy activos y no eran asimilados dentro del contexto artístico de la Isla. Esta interconexión retomada ensancha las aristas y el dialogo de las artes visuales en Cuba con un pasado reciente, por ejemplo con la generación de los 80´s  que se había convertido, casi,  en una “historia mitológica”. Estos movimientos de adentro hacia fuera y viceversa, han coincidido con un interés del arte cubano en  hacer una revisión de la Historia como posibles contenidos, a lo que se ha llamado, en un encuentro realizado por la doctora Magali Espinosa a finales del año pasado, como “el retorno a lo neohistórico en el arte cubano”. Tema, en mi opinión muy particular, que siempre se ha mantenido en el arte cubano, de una u otra manera, pero que quizás ahora esté tomando un nuevo interés. También agregaría problemáticas importantes como lo antropológico, la crítica social, el imaginario colectivo, el poder y su discurso mediático, entre otros. Problemáticas que aun no han perdido vigencia en el arte cubano actual. Pienso que el arte en Cuba no solo se ha ocupado de documentar, contener y repensar la Historia, tanto contemporánea como anterior, y la realidad inmediata y sus complejidades, sino que también se pudiera entender como Historia. Otra Historia de Cuba, pero con valores estéticos. 

FS: Podrías comentar acerca de las perspectivas futuras de tu trabajo artístico.

JH-G: No tengo una perspectiva del futuro, estoy centrado en el presente. Mi trabajo es tan realista como el presente mismo. No se permite especulaciones. El futuro es incertidumbre, lo cual se extiende a mi proceso creativo. Muchas veces he pensado que se dirige hacia una dirección, y de pronto, cambia el rumbo. Por lo tanto, cambia el mío. Es difícil enfocarlo o visualizarlo. Es como el ajedrez, mientras uno está tratando de armar una jugada y darle un futuro al partido, los de afuera ya han visto tu jugada, varias más, y a veces, el final del mismo.

FS: ¿Cómo podría entenderse ese apego obsesivo al presente? ¿Significa acaso que “el arte no tiene futuro” ?

JH-G: Ese apego al presente quizás se deba a mi formación social. A un país de origen donde el concepto de futuro ha sido un fracaso en sí mismo desde el momento en que se sustenta un discurso social de temor a que este pueda ser el pasado. Donde se recupera la historia como un futuro en que se repite lo mismo y se hace la nada. Un futuro que está por revivirse, y no por vivirse. Quizás este sea un fantasma que cubre mis ojos y da sombra a mi espalda, que hace del presente mi único futuro. El de mi arte. Y si existiera un futuro en él, sería el de un presente prolongado. Que revive la historia, y se revive a sí mismo. O en todo caso, que pretende “Historizar lo que nos historiza”. 

 

Fuentes:

http://jesushdez-guero.wix.com/home#!sombra-a-mi-espalda/c15pd

http://artoncuba.com/articulo/sombra-a-mi-espalda/