Pinturas que profetizan el caos de una nación | El Universal 7 agosto 2014

Alí González expone "Historia de la fotografía" en el galpón G6.

Jessica Morón
El Universal
7 de agosto 2014
7:12 A.M.
Alí González (Caracas, 1962) toma como referencia Los caprichos de Francisco de Goya y El jardín de las delicias de El Bosco. Esa crítica satirizada de la sociedad que trabajaron sus colegas y antecesores guía la reflexión del artista venezolano para retratar, tal y como él lo describe, «un caos mundial». 

De allí que en su obra pictórica el espectador se topa con conflictos civiles, debacles, pobreza, y hasta referencias al calentamiento global que recrea en nueve piezas de gran formato en el galpón G6 de la galería Oficina #1, ubicada en el Centro de Arte Los Galpones. 

«Historia de la fotografía aborda la crisis llevada a la pintura y representada desde una mirada sarcástica (para otros más bien dramática)», apunta el creador acerca de la muestra. 

Valiéndose de una superposición de planos, situaciones y personajes macabros, González esboza un panorama inestable. Un lugar que cobija el desastre. «El origen del espejo, por ejemplo, evoca la miseria en un mundo donde los protagonistas no son necesariamente miserables», comenta el artista visual, quien sitúa en una esquina del lienzo a un hombre muerto. A sus espaldas una mujer parece lamentar su fallecimiento; otros alrededor lo miran desde la distancia y hasta por encima del hombro; incluso hay quienes optan por seguir de largo con actitud de indiferencia. «Todo está pasando al mismo tiempo, es como una película. Mientras está este hombre tirado en el suelo, hay al fondo otro grupo de individuos con trajes aislantes luchando contra una plaga de plantas carnívoras», detalla el artista visual, que compara sus pinturas con una cinta cinematográfica. 

«Como en un filme, recurro a una sucesión de imágenes para contar una historia en la que se muestran los disparates que eventualmente conducirán a una nación a la catástrofe», detalla el autor de la obra Apocalipsis I, II y III.

En sala, el tríptico agrupa seres enfrentados. Consternados, algunos optan por lanzarse al vacío mientras el resto contempla con resignación el advenimiento de una tormenta. 

González recurre a su imaginario para aproximarse a la realidad. «Mis pinturas no son hiperrealistas, pero retratan situaciones de las que ya no se puede hablar, unas más dolorosas que otras… el óleo me ayuda a matizarlas sobre tela, porque fuera del lienzo las palabras acaban quedándose cortas», concluye.